Nos recibió con muchísimo entusiasmo, aún en pandemia la comunidad milonguera todavía no se había vuelto a juntar. Se organizaron y en muy poco tiempo, como suele suceder, un amigo se encargó del ritual del asado milonguero, pero que esta vez sería post rodaje. También consiguieron el contacto de quien había compartido con Osvaldo, eligieron locación, convocaron a un músico y generaron un fueguito que volvió a encender los corazones tangueros. Nosotros llegamos allí porque quisimos registrar a un amigo que es Pugliesista de ley, una primer entrevista de “gente común” con el corazón emocionado por este gran músico, y como empezábamos a ver siempre aparecía una anécdota o un relato local vinculado a Pugliese. Tuvimos nuestro primer susto de un supuesto intento de robo a la nave… y así entendimos que también mientras más grande el proyecto y más visible, más atentos y despiertos tendríamos que estar.

Fuimos a registrar a una laburante y referente de la búsqueda por la igualdad de género, en el tango como en la vida. Caro pensó en un alumno de sus clases para que sea su pareja y nos pareció perfecto, así fue que bailó con Jorgito y nos regaló la posibilidad de conocer a una nueva y maravillosa persona que se incorporaba al mundo del tango. También pusimos frente a cámara a Hernán que se sumaba como fotógrafo del proyecto, para escuchar su mirada del tango actual como trabajador de las milongas desde otra perspectiva.

La elección de esta locación una vez más tiene que ver con los artistas y el corazón. Y es que Marcos y Analía fueron los primeros profesores de tango de Nicolás, y podríamos decir que entonces son de los primeros tornillos de esta máquina, además filmarlos en tierras Mapuche y bajo los pies de semejante Volcán sería sin duda de una fuerza arrolladora para la película.